martes, 27 de abril de 2010
Por nada del mundo podemos faltar
Cuando estaba estudiando en Cepea, tenía como un año de retornado, salía de estudiar entre semana y tomaba mi carro en la Av. Brasil, me iba por la Bolívar y al final llegaba a la Universitaria donde después de caminar unas cuadras llegaba a las casas del IRU para escuchar a Élder Zuzunaga, no había tiempo para almorzar, sus clases eran a la hora de almuerzo. Qué reconfortante es recordar aquellos tiempos. Con el tiempo los horarios fueron cambiando y un día decidí no ir, siguiendo el ejemplo de algunos jóvenes, ya que tenía muchas tareas. Después de eso prometí que nunca volvería a faltar a institutos, ya que me fue muy mal en las materias que llevaba. Así es que ahora, después de muchos años, veo cuan bendecido he sido al esforzarme por no faltar a institutos. Ahora que estoy con Mery, cada martes es "sagrado" tomar una combi en la esquina de mi casa que nos lleve hasta el Poder Judicial y de allí tomar la 148 "vaciíta", que nos llevará en una hora al IRU para escuchar la clase de alguien a quien yo estimo mucho Taylor G. Es especial lo que siento en su clase. Y ahora pienso que por nada del mundo podemos faltar, de hecho ahorita vendrá Mery de su instituto y mejor me alisto para irnos rápido. Apago la computadora.
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